ROCÍO CIFUENTES

Diseñadora, realizadora escénica y actriz. Licenciada en Diseño por la Universidad de La Serena e intérprete Teatral formada en TeatroPuerto. Cuenta además con un diplomado en Diseño Escénico de la Universidad de Chile y cursó estudios en la Escuela de Diseño Escénico Regional. En su experiencia profesional, ha participado en montajes del Colectivo Las Maires Teatro y en diversas compañías de la Región de Coquimbo. Sus ámbitos de trabajo integran diseño, actuación y creación performativa. Entre sus trabajos destacan el proyecto de egreso de TeatroPuerto Las cosas claras y el pisco que cura mis heridas sangrantes, la ópera Ántrhopos - Un Viaje al Wallmapu Mítico y Esperando a la camanchaca, su primer proyecto autoral vinculado al territorio de Andacollo. Se ha desempeñado en docencia en instituciones formativas de La Serena.

Metodología

El proceso de diseño se articuló a partir de un trabajo colaborativo con la dirección, donde la observación de ensayos fue determinante para traducir la poética del texto al espacio. Cifuentes abordó la escenografía desde un enfoque integral, vinculando materialidad, color y dramaturgia visual. Durante dos semanas de creación intensiva, desarrolló bocetos y una maqueta inicial que sirvieron como herramientas de exploración, acompañadas de conversaciones continuas con los directores sobre atmósfera, ritmo y tono. La metodología se basó en la práctica situada: diseñar a partir del ensayo, ajustando el espacio según el comportamiento escénico y las necesidades performativas de los intérpretes.

Fase inicial

La investigación comenzó con la lectura profunda del texto y el análisis espacial del lugar de exhibición, buscando establecer un diálogo entre estética y funcionalidad. Desde allí, se construyó una paleta cromática y sensorial inspirada en materiales industriales, el brillo artificial y la transparencia. El cine y los trabajos previos de la diseñadora fueron referentes claves en la definición de atmósferas. La sintonía creativa con el equipo de dirección permitió construir un lenguaje común que articuló el humor, la crudeza y la fragilidad presentes en la obra.

Diseño

El proyecto propuso el plástico como eje material y simbólico, en su doble condición de fragilidad y permanencia. Este material —nunca antes trabajado por la diseñadora— se convirtió en el núcleo conceptual del espacio, posibilitando reflexiones sobre lo artificial, lo descartable y lo femenino contemporáneo. Los bocetos de personajes y de escenografía delinearon una estética híbrida entre lo doméstico y lo experimental, donde lo plástico operaba como membrana entre lo real y lo teatral. La maqueta, aunque hoy extraviada, condensaba esta tensión entre transparencia, saturación y exceso.

Realización

La materialización del diseño combinó elementos construidos y adaptaciones directas en el espacio. Se elaboró una mesa de pequeñas dimensiones y se montaron estructuras plásticas de manera in situ, permitiendo responder al carácter cambiante del montaje y del lugar de presentación. La colaboración con el equipo de dirección fue constante durante las fases de adquisición y ensamblaje de materiales, consolidando un procedimiento artesanal y flexible. La escenografía final se definió por una paleta dominada por el brillo, la textura del plástico y la superposición de capas translúcidas, generando un entorno escénico que oscilaba entre la ironía pop y la crudeza material.